Destete tras una lactancia "prolongada"

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¿Qué es una lactancia prolongada? Prolongar significa alargar... y partiendo de esa base, la nuestra está siendo una lactancia prolongada, que hemos alargado más allá de los 24 meses, los dos años, los terribles dos años. Y es que somos muy obedientes y nos tomamos muy en serio las recomendaciones tanto de la AEPED (Asociación Española de Pediatría) y de la OMS (Organización Mundial de la Salud). Esta primera, afirma que, si bien "prolongar significa hacer que algo dure más tiempo de lo normal o establecido, el empleo de este término puede hacer pensar que la lactancia en niños mayores de un año se considera como algo que está 'más allá de las recomendaciones', cuando en realidad es un objetivo en salud materno-infantil. En España y en mi círculo más próximo, dar el pecho más allá de los seis primeros meses ya es toda una proeza. No conozco muchas mamás que hayan decidido hacerlo. Las más, quizá llegan a los seis o incluso a los siete, pero hacerlo hasta los nueve

Dientes...dientes

Nos acercábamos peligrosamente al primer cumple de la peque cuando algo "rasposo" se asomó tímidamente en su encía inferior. Ni las babas de los seis meses, ni el toqueteo constante de su dedo en la boquita, ni el culete enrojecido a los siete, ocho o nueve meses de edad fueron síntomas de su incipiente dentición. Y, lejos de cumplirse las predicciones de abuelas y tías abuelas, hasta los 11 meses no "echó" el primer paleto.

Todavía me acuerdo, como si hubiera sido ayer: volvíamos de un agradable día en familia, en el coche, charlando de lo divertido de la jornada, de lo rica que había estado la comida y de lo bien que se lo había pasado la peque cuando, ni corta ni perezosa, comenzó a chillar. Era un berrinche de dolor, de rabia... Pocas veces creó que la he escuchado llorar así...

Le acaricié la mejilla y sin saber por qué, me dio por meterle el dedo en la boca: y ahí estaba, algo que raspaba, que le había roto la encía y que a la pobrecita mía le estaba causando tremendo sufrimiento. También es cierto que, tal como le vino la rabieta, se le fue... Y así anduvimos bastante tiempo, hasta que descubrimos que hay "remedios" que le tranquilizaban...y mucho.

¿Qué hacer?

Lo primero
, mantener la calma. Sé que no se me conoce como Doña Paciencia, pero así es, queridos amigos. Paciencia y calma son los aliados para superar con éxito esta bonita etapa de nuestros hijos.

Lo segundo, coherencia.

Leí en Internet que un buen remedio era untarles las encías con paracetamol, que así les calmaba la molestia. Y nosotros, carne de consejo facilón, venga a darle friegas con el paracetamol. Y la nena que no calla, que sigue llorando, que le sigue doliendo...Resultado: visita al pediatra en busca de una recomendación experta.

De nada sirve untarle la encía con paracetamol. Por lo menos a nuestra pequeñaja no le funcionó. Sí, darle paracetamol, pero oral, según su peso, la dosificación adecuada. Cada 8 horas.

Cierto es que, ni para ella ni para mí, soy muy amiga de la automedicación..., así que lo del paracetamol ingerido sólo se lo ofrecí cuando ya vi que el dolor no se lo calmaba "ni el tato".

Lo tercero, haceos con un buen mordedor, de los que se meten en la nevera y están fresquitos...

Nosotros tuvimos varios...

El de suavinex, como éste:
 
 El de Nuk:



Y uno estilo chupete con bolitas automasajeantes para que pudiera morder y relajar...



Sólo funcionó el de Suavinex... Y no demasiado tiempo porque la pequeñaja acababa ofreciéndoselo siempre a la gata.

Cuarto: el consejo de mi madre en el que, erre que erre, insistía y que, aseguraba habérselo dado ya a mi hermano 27 años atrás. Nani Predental.

Tras consultarle al pediatra, nos comentó que era efectivo. Cierto es también que contiene benzocaína, y para muchas madres éste es el motivo principal por el que eliminarlo de la lista de los posibles.

Yo lo recomiendo. No para estar untándoselo constantemente, pero sí para calmarles los dolores que son incalmables. Para dárselo, por ejemplo, por la noche al ir a dormir, para que por lo menos concilien el sueño algo más tranquilitos y no tengan que estar luchando contra la molestia de los dientes.


El modo de empleo es muy sencillo: basta untar en las encías la cantidad de medio granito de arroz y extendérselo por la zona. La calma llega de inmediato. 


"Efectos secundarios" de la dentición

Además de los llantos inconsolables y las rabietas, una vez se ha visto que la causa de todos sus males es que les están saliendo los dientes, llegan otros "efectos" que, relacionados o no, también tienen que ver con esta etapa.

En el caso de la pequeñaja fue, con cada diente, el culete enrojecido. Digo enrojecido por no alarmar innecesariamente..., porque en realidad hubo ocasiones en que la pobrecita parecía los monos del zoo. 

Además del enrojecimiento y del escozor que probablemente éste le producía, en ocasiones llegaron a salirle hasta heriditas. 

Nosotros, inmediatamente, lo asociamos a la dentición. 

El pediatra nos contradijo: que le salgan los dientes no le irrita el culete. La irritación viene producida por un aumento de la salivación y, con ella, de las bacterias que viajan con ella y le llegan al culete mediante las heces. 

(no me preguntéis por qué ni cómo...creo que no me enteré demasiado bien de la explicación del pediatra, pero venía a ser esto, más o menos). 

Y para el culete, otro tipo de remedios. Las cremitas y otras recomendaciones para esta zona del cuerpo, en esta entrada.

Otros nenes seguro que experimentan otras cosas y les pasan otras también muy diferentes a las nuestras. Sin ir más lejos, y siempre según mi madre, cuando la que aquí escribe era bebé y le estaban saliendo los dientes, con lo que tenían que lidiar era con la fiebre. Por lo visto, con cada dientecito, me subía la temperatura unas décimas. 

Cada nene, un mundo, como en todo. 



P.D.: Noe, espero que algo te haya servido la entrada. Has visto, ¿eh? ¡¡Dicho y hecho!! ;)

Comentarios

  1. Muchas gracias, eres un crack! Bss

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  2. Ya asoma su primer diente😱😱😱😱😱😱

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    Respuestas
    1. Pues ya sabes: altas dosis de paciencia, cero nervios, mucho cariñito y kilos y kilos de mordedores fresquetes para calmarle las encías.
      Nuestra peque anda ahora dando la bienvenida a su primer colmillo!

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