Era una de las cosas que más miedo me daban con este segundo bebé: los resfriados acompañados de mocos, estornudos y todo el cóctel de síntomas con los que no sabes qué hacer.
Pues aquí está todo el pack, así que nos hemos lanzado a sacar la artillería anti-resfriados que tenemos en casa y que tan buenos resultados nos dio con nuestra mayor.
Estos son los clásicos básicos:
- Humidificador
- Suero fisiológico
- Pera o aspirador de mocos
- Gasas estériles
- Termómetro
- Esencias de mentol tipo 'Sinus'
El HUMIDIFICADOR:
El que tenemos en casa es de la marca Chicco. Muy sencillo: basta con abrir la cubeta, llenarlo con agua potable hasta donde marca el límite, enchufarlo a la corriente eléctrica y darle al ON para que por la abertura superior comience a salir el vapor de agua.
Si al agua que hemos depositado en la cubeta, le echamos unas gotitas de esencia de mentol o 'Sinus', mejor que mejor.
Como recomendación: es preferible que el vapor no dé directamente a la pared, a los muebles o a las personas. Lo suyo es que se extienda por la estancia lo más que se pueda para que de verdad se humedezca el ambiente y ayude a nuestros pequeñajos a que se licuen los moquetes.
SUERO FISIOLÓGICO:
Éste es un clásico básico esencial. Antes lo comprábamos por litro en la farmacia y se lo echábamos s la mayor con una jeringuilla, pero ahora lo tenemos en ampollas de 5 ml que son casi más cómodas de usar. Eso sí, de esta manera sale más caro.
El uso del suero fisiológico es para hacer limpiezas nasales. La explicación nos la dio nuestro anterior pediatra: «si estás sucio ¿qué es lo que haces?, ¿Pasarte la aspiradora por el cuerpo o darte una ducha?». Pues eso, que el suero fisiológico nos sirve para ''duchar'' las fosas nasales cuando se empiezan a llenar de mocos y dificultan la respiración a los pequeños.
La forma de emplearlo es sencilla: basta con girar la cabeza del bebé a un lado y ''enchufar'' un chorrete de suero dentro del orificio que queda arriba para que los mocos salgan por el que queda más abajo.
Primero uno y luego el otro, girando la cabecita del bebé al lado contrario.
PERA O ASPIRADOR NASAL:
Estos suelen ser también clásicos básicos, pero a mí no me gustan demasiado.
Siguiendo la recomendación de nuestro pediatra, prefiero ''duchar'' la nariz de nuestro bebé a pasarle ''la aspiradora'' para limpiar los moquetes que pueda tener.
TERMÓMETRO:
O ese gran aliado de noches en vela cuando los peques se ponen malitos (que suele ser más habitualmente de lo que te imaginas antes de ser papá/mamá).
Hay que ir controlando la temperatura del bebé y observar si supera los 38°. En caso de que sí o de que ésta se mantenga en el tiempo varios días, es preferible acudir al médico.
Yo para la fiebre soy más bien miedica y aunque sé que es un mecanismo de defensa del cuerpo, en caso de que sea alta, prefiero consultar siempre con el pediatra.
GASAS ESTÉRILES:
Se usan mucho para limpiar lagrimales, mucosidades que caen por la naricilla del bebé...
En casa ya hemos empezado con los mocos. Y eso que sólo hace dos días que comenzó el otoño.
Ahora que somos uno más, no quiero imaginarme cómo será el invierno :(
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